domingo, 8 de noviembre de 2009

TESTIMONIO

No me gusta cuando se dice eso de "hay que ver como están los jóvenes de hoy". Todas las generalizaciones son erróneas. En todos sitios hay gente buena, gente regular, y gente mala. Y el colectivo juvenil no es menos.

Los habrá frívolos, egoistas....., pero los hay buenos, muy buenos. Yo tengo varios ejemplos y hoy os voy a dejar testimonio de uno de ellos.

Una chica de mi parroquia, en verano decidió ocupar sus vacaciones para dedicarse a los más necesitados. Y se fue a Perú durante un mes. Esto es lo que ella misma ha escrito en la página web de nuestra parroquia.






CON LAS FAMILIAS DE

CAMANÁ
Con nerviosismo e inquietud nos acercamos
un 9 de julio a una puerta entreabierta, de
chapa, medio oxidada, que parecía pender de un
hilo, como si con un soplido se pudiera volar. Una
mujer de mediana edad nos invita a pasar. Detrás,
sus cuatro hijos, y uno de ellos, el más pequeño,
literalmente amarrado a su espalda. Dimos un paso.
Ya se podían distinguir dos compartimentos,
ambos del mismo material, paja y caña; uno para
la gallinas y chanchos y el otro para los humanos.
Asomamos la cabeza a este último habitáculo humano.
Gran desorden. Mezcla de patatas, ropa
sucia, zapatos, alguna gallina que se escapa,
mantas llenas de pelos, algún plástico manchado,
una extraña combinación de olores y cuatro niños
mirando fijamente a un televisor de unas doce
pulgadas. Nos ofrecen asiento: dos cubos de pintura.
Y desde mi improvisada silla puedo observar
que dicho hogar está construido en la ladera de
una montaña de arena completamente desierta.
En aquel momento, en medio de la nada recuerdo
que no vine a Camaná para describir la estructura
de las casas, ni la pendiente de la ladera; y aquella
señora del inicio, se convierte en la Sra. María,
madre de Alexandra, Kevin , Darwin y Romario.
Una familia deshumanizada por la falta de educación,
realidad que les conduce a una miseria material
y espiritual. Y así pasan los días de la señora
María, caminando desde su hogar hasta el comedor
para poder tener el pan de cada día. Se trata
pues, de una vida "sobrevivida" donde se escapa
la esencia humana y las capacidades innatas de la
persona - conocer, entender y amar- sufren un triste adormecimiento.
Pero, al fin y al cabo, esto no es ninguna sorpresa
para nosotros, pues Jesús ya nos dijo
"Vosotros seréis sal de la Tierra y Luz del mundo",
advirtiéndonos que estábamos en tinieblas. La
verdadera novedad es que detrás de estas injusticias,
de esta pobreza y miseria, cruzamos el charco
con el deseo de gritar que "Todo tiene un sentido
y que Jesucristo está vivo" plantando semillas
de Esperanza, porque SÍ, todo tiene un sentido, la
vida de la señora María también.
Tania Alonso Sainz
Parroquia de Pelayos de la Presa

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