sábado, 20 de diciembre de 2008

ESTA HA SIDO MI SEMANA

Llevo cuatro días sin poner ninguna entrada en el blog. No ha sido por falta de ganas, ha sido por falta de tiempo. Eso de lo que nos quejamos todos.
Estamos en los días previos de la Navidad, y yo no voy a ser una excepción a ese vorágine en la que nos vemos todos inmersos en estas fechas. Tenemos tantos compromisos sociales con los que cumplir, que apenas nos dejan tiempo de hacer lo que realmente queremos. No me voy a parar demasiado en esto. Los que ya han pasado, fenomenal, y los que tenga en los próximos días, pues los haré con la mejor de mis sonrisas, y mirando el reloj de reojo pensando en cuándo terminan.
Aun así, he sacado tiempo para hacer cosas que realmente me apetecen en estas fechas. Y estas si os las voy a contar.
He estado en las actuaciones de Navidad de mi hija. La del colegio y la de la parroquia donde va a catequesis. No me las perdería por nada del mundo. A esa edad, su principal ilusión cuando ensayan los villancicos o la obrita de teatro que hacen, es que sus padres estén allí para verlos, para aplaudirles, y que les digan lo maravillosamente bien que lo han hecho. No les importa el resto de espectadores, aunque sean numerosos. Cada niño solamente está pendiente de su papá y su mamá.
Con un grupo de chavales, fuimos a unos asilos de ancianos a repartir unos regalitos y a cantar villancicos. Precioso. Los regalos, como os podréis imaginar no eran de mucho valor económico. Pero cuando los ancianos recibían el paquete, se emocionaban. Lo abrían y veían los pañuelos o los calcetines. Unos se reían de felicidad y otros incluso lloraban. Seguramente no están muy acostumbrados a estas muestras de cariño, y menos viniendo de unos adolescentes. Tocaban las palmas y cantaban al son del arre borriquito, y no querían que aquello terminara. Algunos de ellos pasarán la Navidad con su familia, pero para otros, que no saldrán de la residencia, eso será lo más parecido a una celebración que tengan.
Una cena maravillosa, no por el lugar que fue elegido al azar y no era nada del otro mundo, sino por la compañía. Disfrutar de la conversación y de la amistad. Los que estuvimos allí lo sabemos ¿verdad?.
Ir al mercadillo de la Plaza Mayor. Comprar alguna figura para ir completando cada año el Belén. La cara de María con los mimos. Los churros de San Gines.
Y esto solo ha empezado. Quedan todavía cuatro noches para la Nochebuena. Me quedan muchas cosas que me dan mucha pereza: las compras, los líos de los grandes almacenes, las colas en la caja de los hipermercados.....Debo estar mayor porque cada año llevo todo esto peor. Pero estoy ilusionada con otras: las llamadas de teléfono de gente a la que quiero pero con la que casi solo hablo una vez al año, por una visita a un hospital de niños, por un viaje que tenemos programado, por preparar una mesa de Nochebuena en casa en la que todos nos sintamos felices, y sobre todo por intentar vivir una Navidad lo más fervorosa posible.
Ya os ire contando.

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