domingo, 8 de marzo de 2009

¡QUÉ BIEN SE ESTÁ CONTIGO, SEÑOR!

En el Evangelio de hoy, Pedro le decía a Jesús, "qué bien se está aquí, vamos a hacer tres tiendas y nos quedamos". Bueno, no es literal, pero todos sabéis al pasaje de la Biblia al que me refiero.
El caso, es que Pedro en ese momento experimentó el placer de estar con Dios y solo con Dios. No quería volver. No quería volver a enfrentarse a los problemas, a los enfermos, a los que lo perseguían. Quería vivir en la paz que estaba disfrutando en esos momentos.
Sin embargo Jesús, le dice que no. Que se tienen que marchar. Que su sitio está allí abajo, donde los necesitan. Que no se pueden quedar allí.
Muchas veces nos puede pasar a nosotros esto. Se está tan bien sumergidos en el silencio de una Iglesia. Sentados delante del Sagrario.....no dan ganas de salir. Sabes que al cruzar la puerta, volverán a tu cabeza los mismos problemas que dejaste al entrar. Que vuelve el ruido, el que se escucha con los oidos y el que se escucha con el corazón.
Pero aquí está nuestro sitio, ya lo dijo Jesús. Hay que cruzar la puerta, con las pilas recargadas. Pero tenemos que ir al Sagrario a recargarlas.
En la parroquia de mi pueblo de residencia, tenemos la enorme suerte de tener cuatro días de Exposición del Santísimo. Es extraño ver la Iglesia con más de dos o tres personas haciendo una visita.
Tenemos tiempo para todo. Leemos prensa, vemos televisión, leemos libros, tomamos el aperitivo, trabajamos, ....pero es difícil encontrar quince minutos, no digo ya al día, a la semana, para hacer una visita al Santísimo. De vez en cuando debemos pararnos, y pensar a qué estamos renunciando.
¿Dejaríamos de visitar a un buen amigo que sabemos que está solo?

Os dejo esta oración del Padre Carmelita Caraud, que debía sentir una pena tremenda cuando veía solo el Sagrario.

¡QUÉ BIEN SE ESTÁ CONTIGO, SEÑOR!

¡Qué bien se está contigo, Señor, junto al Sagrario! ¡
Qué bien se está contigo!
¿Por qué no vendré más?
Hace ya muchos años que vengo aquí a diario
Y aquí te encuentro siempre, Amor Solitario,
Solo, pobre, escondido, pensando en mí quizás.

Tú no me dices nada ni yo te digo nada;
Si Tú lo sabes todo, ¿qué voy a decirte?
Sabes todas mis penas, todas mis alegrías,
Sabes que vengo a verte con las manos vacías
Y que no tengo nada que te pueda servir.
Siempre que vengo a verte, siempre te encuentro solo.

¿Será, Señor, que nadie sabe que estás aquí?
No sé, pero sé, en cambio, que aunque nadie viniera,
Aunque nadie te amara ni te lo agradeciera,
Aquí estarías siempre esperándome a mí.

¿Por qué no vendré más?
¡Qué ciego estoy, qué ciego!
Si sé por experiencia que cuando a Ti me llego
Siempre vuelvo cambiado, siempre salgo mejor.
¿Adónde voy, Dios mío, cuando a mi Dios no vengo?
¡Si Tú me esperas siempre!
Si a Ti siempre te tengo,
Si jamás me has cerrado las puertas de tu Amor.

¿Por qué no vendré mas si sé que aquí, a tu lado,
Puedo encontrar, Dios mío, lo que tanto he buscado
Mi luz, mi fortaleza, mi paz, mi único bien?
Si jamás he sufrido, si jamás he llorado, Señor,
sin que conmigo llorases Tú también!

¿Por qué no vendré más, Jesús?
¡Si Tú lo estás deseando, si yo lo necesito!
Si sé que no soy nada cuando no vengo aquí.
Si aquí me enseñarás la ciencia de los santos
Como aquí la buscaron y la aprendieron tantos,
Que fueron tus amigos y gozan ya de Ti.

¿Por qué no vendré más, si sé yo
Que Tú eres el modelo único y necesario
Que nada se hace duro mirándote a Ti aquí?
El Sagrario es la celda donde estás encerrado.
¡Qué pobre, qué obediente, qué manso, qué callado,
¡Qué solo, qué escondido... nadie se fija en Ti!

¿Por qué no vendré más ?
¡Oh, Bondad infinita!
Riqueza inestimable que nada necesita,
Y que te has humillado a mendigar mi amor.
Ábreme ya esa puerta, sea ésa ya mi vida,

Olvidado de todos, de todos escondida,
¡Qué bien se está contigo, qué bien se está, Señor!
Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario