martes, 12 de mayo de 2009

VACIO

"La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y los inmortaliza en nuestra mente. La vida si nos los roba muchas veces y definitivamente"
Llorar cuando alguien ha muerto es algo que entra dentro de la normalidad. A nadie le parecería extraño. De repente ya no está. Lo echas de menos. Lloras su pérdida. Pero lo sigues queriendo. El amor va más allá de la temporalidad de la vida. Ya no puedes marcar su número de móvil porque nadie te responderá.
Hay otras personas, a las que echas de menos. Personas que en un momento estuvieron cerca de ti. Muy cerca de ti. Pero ya no están. Y no han muerto. Simplemente tu vida y la suya han ido por caminos diferentes. La mayoría de las veces no hay un culpable, simplemente la vida y sus circunstancias te han separado. A estas personas llega un momento en que no te apetece marcar su móvil. No hay mucho que decirle. No hay mucho que compartir.
En algunas ocasiones, estas separaciones son naturales, por ejemplo los compañeros de colegio, las amistades del portal de la casa de tus padres. Cuando termina el elemento común que tenías con ellas, se acaba la amistad. Y cambias a los amigos del colegio por los del instituto...y al cabo de los años, ya casi no recuerdas ni sus apellidos.
No me refiero a estas separaciones. Al fin y al cabo, casi lo único que te unía a ellos eran los juegos de un recreo. Me refiero al vacío que dejan aquellos a los que te llegó a unir una amistad verdadera, o un vínculo familiar, y que creías fuerte y verdadero.
El vacío que dejan estas personases igual de doloroso que el que deja la persona que ha muerto. O quizá más. Porque no puedes entender qué ha pasado. No te dicen que has hecho para que dejen de quererte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario