miércoles, 3 de marzo de 2010

TELETRABAJO

Ya tenía una entrada a medio escribir, pero la he borrado.

No puede ser. Hoy luce el sol,(hay que aprovechar porque parece que se va a esconder pronto) y no nos podemos permitir la tristeza, ni mucho menos transmitirla. Hay que superarla. ¿estáis de acuerdo conmigo?

Pues eso, que doy un giro de 180º a lo que estaba escribiendo, y ahora vamos a esbozar una sonrisa.

Copio algo que han escrito en la página web demadres.es
¿Que por qué lo copio? porque me he sentido muy idenficada. Yo he intentado el teletrabajo. Quedarme en casa algunas mañanas. Ahora con internet, emails, y demás milagritos que hacen los informáticos para que compartamos la información, es totalmente posible.
Pero es posible, cuando te dejan hacerlo. Es imposible si a tu alrededor pasan cosas parecidas como las que esta chica cuenta. Cuando te dicen ¿puedo interrumpir?...y piensas....."si ya lo has hecho"...., cuando la interrupción dura diez minutos más de lo que debe...., .cuando te han preguntado la típica chorrada y piensas "si yo no estuviera aquí.....lo hubieran solucionado solitos"...
Total que mi teletrabajo se ha ido reduciendo, cada vez vengo más a la oficina que se está no sé si más tranquilito, pero al menos más concentrado.
"Estaba yo trabajando esta misma mañana, googleando entre casas de subasta y bases de datos, leyendo sobre el IVA y poniéndome al día en asuntillos varios cuando llegó prudentemente Teresa y pidió permiso para limpiar la oficina.

-Claro Teresa, pasa, estás en tu casa.

Teresa es una señora encantadora y más o menos de mi edad, que vale su peso en oro, mantiene todo reluciente y lo hace además siempre con una sonrisa en la boca. No sé muy bien como paso, pero según limpiaba una de las estanterías comenzó a contarme la nueva manualidad que había hecho. Yo, con educación y de verdad con interés la miré y escuché.

-Estoy haciendo una teja, que le he pintado una puerta y unos arbolitos y tiene... y además lleva... y...

- Que monada Teresa, yo de esas cosas ni idea...

- Si, la verdad que me está quedando muy bonito, porque antes ya había yo modelado con pasta de sal, porque conozco todo tipo de pastas y he modelado y he pintado una mariposa con las alas en tres dimensiones y además coso y he hecho un tapiz de un indio, pero bastante grande, que lo he enmarcado y todo para que no se llene de polvo... y se... y hago... y...

Yo la miraba sonriente y alucinada. De la explicación de la última manualidad había pasado sin comerlo ni beberlo a las texturas de las masas de modelar, el tiempo de cocción de cada una de ellas pasando por la pintura en la cerámica, que no creáis que es fácil, hay que utilizar pinceles de marta, el animal, me lo aclaro efusivamente mientras yo trataba de concentrarme y de conseguir enviar algún mensaje.

Me contó también como se hacen los tapices, no se conformó con contarme que los hacía, también me contó cómo y os aseguro que después de esa detallada explicación, creo que soy capaz de incluso dar yo las clases del bordado de tapiz. Ella seguía hablando mientras subida a una escalera limpiaba la lámpara de techo y cambiaba de tema con una naturaleza y facilidad pasmosa.

Me conto sus problemas con la seguridad social y me hablo de las enfermedades de su hijo y lo hizo con todo lujo de detalles...

Yo ya empecé a no mirarla y mi sonrisa amable y compresiva empezaba inconscientemente a cambiar a mueca. No podía dar crédito, aquello no podía ser verdad, llevábamos más de tres cuartos de hora de animada conversación... o más bien de animado monólogo y desesperante escucha.

Llamaron por teléfono y me sentí salvada, pero no, no hubo suerte, en cuanto colgué ella retomo la charla en el mismo sitio que la había dejado... - tierra trágame... pero no me tragó y aguanté como una leona. Pasó el aspirador y lo paraba de cuando en cuando para puntualizar alguna cosa de las que me había contado antes. Yo, ya ni la miraba ni sonreía. Pero Dios es misericordioso y ella tiene un horario. Llegó su hora de marcharse y mi sonrisa fue la más amable y agradecida del día. - Hasta la semana que viene. - Me dijo - Adiós teresa, hasta la próxima semana.

Y yo que soy de las clásicas me tomé un par de aspirinas. "


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