domingo, 16 de mayo de 2010

HOSPITAL DE DIA

Hospital de día. Así lo llaman. Lo que se ve, se resume en pocas palabras: dolor
No se refleja en lágrimas. No vi a nadie llorar. Cada enfermo estaba allí, intentando estar lo más cómodo posible en esos sillones que se reclinan, que cambian de posición. Hay que estar allí muchas horas y hay que hacer la estancia lo más agradable posible. Pero no es necesario que existan lágrimas para poder descifrar el sufrimiento y el dolor de una persona.
¿sabéis una cosa? ¿mi impresión real? los más preocupados, los más serios, los más tristes....., los acompañantes. Yo los miraba, y me di cuenta que todos intentan lo mismo. Estar pendiente de lo que necesita el enfermo. Unos los arropan, otros les acercan el agua, otros le preguntan si están cómodos, ...., todos intentan mantener el tipo. Unos tienen una revista en la mano, otros un libro, otros, como mi caso el ordenador. Pero en el fondo todo son objetos para mantener las manos ocupadas. Las mentes están en otro sitio.
En el hospital en el que están tratando a Carlos hay varias salas. Muchos enfermos. Parece que los separan. En una de ellas están los enfermos en los que ya ha hecho estragos la quimio. Los que están peor, al menos de aspecto físico. En la que estábamos nosotros, el ambiente no era excesivamente malo. Si a estas personas te las encuentras por la calle, quizá no pensarías nunca que se están tratando con quimio.
Una pareja un poco más allá de nosotros. Algo más jóvenes que nosotros. Parece que también es su primer día. Una señora un poco más mayor, que ya debe tener alguna experiencia en esto. Otra sola. Allí está sentada, con su revista. Terminan los botes, se cuelga el bolso y se marcha.
Las únicas palabras que unos nos cruzamos con los otros es un "buenos días" cuando llegas y un "hasta luego, que vaya bien" cuando se van marchando. Nadie quiere saber nada. Ni de lo que le ocurre al de enfrente, ni de lo que siente. Por desinterés...no, por miedo supongo. No queremos más información de la necesaria. No queremos saber más de lo que sabemos.
Botes que van y vienen. Acaban unos, empiezan otros. Pitidos avisando a las enfermeras que tienen que venir, que se ha terminado. Ponen otro. Y así pasan las horas, hasta seis que estuvimos allí. Unos entran, otros salen....demasiada gente viviendo el mismo infierno.
Sales de allí con el miedo metido en el cuerpo. Con los tres folios de posibles efectos secundarios, pensando a qué será a lo que se tendrá que enfrentar de todo eso que pone allí.

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