martes, 28 de abril de 2009

DE LA CIUDAD AL CAMPO

Cuando decidimos irnos a vivir a un pueblo y dejar Madrid, había quien se echaba las manos a la cabeza. Que locura, como os váis a aburrir, renunciar a todo lo que Madrid ofrece. Y es que el cambio era importante, dejábamos la capital por irnos a un pueblo, que no estoy segura, pero no debe tener más de 3.000 habitantes, varios bares, una farmacia, por no tener no tiene ni tienda de chinos que ya es raro.
Llevamos allí casi diez meses seguidos. Vengo a Madrid a diario, pero me meto en el trabajo, compro alguna cosa que por allí no encuentro, y salgo pitando para mi pueblo. Después de este tiempo estamos felices de la decisión que tomamos.
Es cierto que en un pueblo tienes menos opciones de diversión, menos cines, menos teatros, pero es verdad que las cosas que hay se aprovechan mejor. Se cambia el tener cientos de cines a tu disposición a los que raramente vas, por un paseito tranquilo por el campo. Se cambian los miles de restaurantes, por la tasquita del pueblo, donde entras y conoces a todo el que está allí y puedes entablar conversación con cualquiera.
Cuando yo estaba en Madrid, salía de trabajar, me metía en casa, y se acabaron mis relaciones sociales. Hablaba por teléfono con mis amigas, con mi hermana, ...pero ni me planteaba ir a verlas un miércoles por la tarde, porque si contaba el tiempo que tardaría en llegar, en volver y los posibles atascos, al final me haría el viaje para estar con ellas cinco minutos. En el pueblo es diferente, te llama alguien para que tomarte un café, sabes que en cinco minutos vas a estar allí y no da ninguna pereza.
Ya hemos pasado el invierno, los días en los que a las seis de la tarde es noche cerrada, las nieblas matutinas. Parece además por lo que nos cuenta la gente del lugar que ha sido uno de los inviernos más duros de los últimos años. Y seguimos felices con nuestra decisión.
Hace quince años, ni me hubiera imaginado que iba a escribir una entrada parecida a esta. A mi que me encantaba la ciudad, cuanto más grande mejor, cuanta más gente por la calle, mucho mejor. yo, que estuve encantada de pasar de una ciudad pequeña como Córdoba a la gran urbe de Madrid.
Deben ser los años, que te van pidiendo cada vez más tranquilidad. O lo bien que me lo paso ahora, que no me da tiempo de ver la tele, que todos los días charlo un ratito con alguna amiga, que hago actividades de voluntariado, que doy paseitos (dosificados por supuesto porque no soy de mucho andar) por las tardes, que veo a María como se pone los patines para venir conmigo y lo bien que se lo pasa. No cambio todo esto por mis tardes dando vueltas por los grandes almacenes o tomando una hamburguesa en el Burger.

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