viernes, 27 de febrero de 2009

AYUNO Y ABSTINENCIA

Ayer nos decía el Evangelio: Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. (Mt. 6, 16-17)
Yo voy a empezar de mala manera la Cuarema, desobedeciendo lo que manda el Evangelio, porque os voy a contar que ayer, Miércoles de Ceniza ayuné.
Durante muchos, muchos años no he hecho el ayuno ni la abstinencia. Mi marido no ha faltado a este precepto ni un solo año. Pero yo, tenía la manga un poco más ancha, y pensaba que no hacía falta hacer esto. Total, pensaba yo, no voy a comer carne, pero lo voy a cambiar por un lenguadito y cenaré tan rícamente. En mi caso, no supone ningún sacrificio dejar de comer carne. Me encanta el pescado. Y si cambiaba un filete de pollo por unas gambitas, pues ya me diréis que penitencia la mia......
Y el ayuno, nada. En ese caso pensaba que si le diera lo que iba a dejar de comer a un pobre, pues bueno, tendría sentido. En otro caso, pues qué beneficio iba a sacar de mi ayuno los pobres hambrientos del mundo.
Pero un año pensé que lo tenía que hacer. Si la Iglesia lo mandaba, y había tanta gente que lo hacía, pues seguramente tendría algún sentido, y no debía criticarlo si antes no lo había experimentado. Ninguna mala enseñanza sacaría por intentarlo.
Así que ese año ayuné los días que la Iglesia mandaba. El desayuno no me causaba ningún problema porque es una comida que siempre me salto. Comer menos en la comida, tampoco lo llevaba mal. Total era levantarme de la mesa con un poco de hambre, pero bueno, soportable. El problema vino, con el picoteo al que estoy acostumbrada a lo largo de la tarde. Cuando abría el mueble de las galletas porque tenía un cierto gusanillo en el estómago. Cogía la galleta, y de repente me pensaba en qué pasaría si sintiendo ese gusanillo no tuviera nada que llevarme a la boca. Eso me hacía pensar en los que pasan por esos momentos, no un día a la semana, sino uno y otro y otro seguido. Y además lo hacen en unas circunstancias muy diferentes a las mias. Lo mio es voluntario, y sabiendo que al día siguiente puedo comer todo lo que quiero. Y me venían a la mente las imágenes de los niños que no tienen que comer, y de las madres que sufren porque ven desnutridos a sus niños.
No os voy a decir que saliera corriendo en busca de un pobre a quien darle el equivalente de lo que yo dejaba de comer, pero si poco a poco, fue haciendo mella en mi conciencia, y empecé a ser más consciente de las necesidades sociales, y me fui haciendo (creo) más caritativa. Ahora ya no pienso que con mi limosna no voy a arreglar el mundo, y por eso dejo de darla. Ahora pienso que con mi limosna, arreglo algo, lo que buenamente puedo.
La abstinencia es otra cosa. Como os he dicho, no supone para mi demasiado sacrificio renunciar un día a la carne. Hago la abstinencia por obediencia a lo que nos manda la Iglesia, con la que cada vez quiero estar más comprometida. Pero como en mi caso, no me parece suficiente, suelo hacer algún otro sacrificio, que no siempre tiene que ser relativo a la comida. Algunas veces si, pero otras, puede ser , hacer la llamada esa que tienes pendiente de hace tiempo y que no me apetece en absoluto, o renunciar a tomar una cocacola , no encender un cigarro....en fin, cantidad de cosas que se me pueden ocurrir, que si me suponen un sacrificio que ofrecer por alguna buena causa.
Ya no pienso que estos sacrificios caigan en saco roto. Ya no miro la globalidad, y efectivamente sé que no por mi van a acabar las guerras en el mundo, miro la individualidad, y alomejor ese día alguien ha sonreido por algo que yo he hecho.
Por último, confesar que tengo pendiente una cosa, que espero conseguirla en esta Cuaresma, y es hacer el sacrificio de vivir un día sin internet, sin email, sin móvil......

1 comentario:

  1. El Papa Benedicto, en su mensaje para la Cuaresma habla, no sólo del ayuno de alimentos, sino también del ayuno de palabras, bebidas, sueño, juegos, y nos insta a vivir más vigilantes.

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