miércoles, 18 de marzo de 2009

ASI ES MADRID

Hoy poco después de las nueve de la mañana estaba en la calle Orense.
Mi destino siguiente era el Hospital de Getafe. Bueno, pues manos a la obra. Y efectivamente me encuentro la obra, la de Santa María de la Cabeza. Ya no puedo hacerle caso al navegador, que de obras no entiende, y tomo rutas alternativas.
No sé como termino en el tunel de la M30, que según Gallardón, iba a servir para que no hubiera atascos. Después de haberlo sufrido hoy, puedo decir con conocimiento de causa que lo que ha servido ha sido para enterrar los atascos y que el helicòptero que informa de la situación del tráfico no los vea.
La señalización del túnel la debió de pensar un ingeniero que el día que lo explicaron faltó a clase. Los carteles están puestos de tal forma que cuando los ves, ya no te puedes incorporar al carril que debes.
Así que aquí me tienes, diez de la mañana y yo que iba en dirección a la carretera de Toledo, salgo a la carretera de Extremadura. Ahí tomo una salida que pone dirección Toledo y resulta que me mete en la M40 pero dirección La Coruña, porque está todo muy bien pensado. Digo yo, que si para hacer el cambio de sentido tienes que ir a diez kilómetros deberían de ponerlo en algún sitio.
Bueno, llego a mi destino a las 10,40h de la mañana y ya por supuesto con el piloto de la reserva de gasolina encendido.
Cuando salgo, vuelta a lo mismo. Yo muy diligente, tomo dirección a Madrid, y cuando ya voy a cruzar la M30 por arriba para tomar Santa Mª de la Cabeza, otra vez la dichosita obra. No hay opción, directa a la M30 que para variar está atascada.
Como ya no puedo más, me meto en la primera salida que veo y salgo a Usera. Una avenida, que entre paradas de autobuses, coches en segunda fila, y semáforos, tardo en atravesarla más de media hora.
Total que cuando llego otra vez a la calle Orense es ya la hora de comer.
No me lo puedo creer. He estado toda la mañana en el coche. Perdida, dando vueltas y a una velocidad de 20kms/hora de media. Y he hecho una gestión que ha durado veinte minutos. Y va mi hijo que viene conmigo al lado, y me dice que no entiende que me pasa y por qué grito.
Esto es Madrid un día cualquiera.
De Madrid al cielo, pero parece que habiendo conocido el infierno.

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