domingo, 29 de marzo de 2009

DE NUEVO, GANÓ LA GUERRA

Hoy con profunda pena hemos recibido la noticia de la muerte de un conocido. A pesar de ser solo conocidos, nos unían demasiadas cosas. La misma edad, la misma enfermedad, el mismo miedo.
Hemos pasado un día triste. Pasa siempre que nos enteramos que alguien ha muerto de esta enfermedad.
Ya he comentado en algunas ocasiones que en las salas de oncología, te suena la cara de la gente de verlos un día y otro, y de repente desaparecen y nadie pregunta nada. Yo solamente he preguntado en una ocasión. Era una chica joven, médico pediatra. Entraba en la sala, con su pañuelo en la cabeza, pero con una sonrisa en los labios. Dicen que en la sala donde se ponía la quimio, los demás pacientes le consultaban, aprovechando su condición de médico, y que siempre daba ánimos a los demás. De esta chica, solo conocíamos el nombre. Un día, leimos una esquela en el periódico, y todo indicaba que era ella. Discretamente pregunté a la enfermera de la consulta, que me lo confirmó, pero diciéndome "guarda silencio, por favor".
Es triste conocer a gente que intenta librar la batalla contra el cáncer y que no lo consigue. Se les ve pasar por la decadencia física que provoca la quimio. Por el cansancio sicológico de conocer la inferioridad frente al enemigo. Y en muchos casos, todo ese esfuerzo no sirve para nada. Se ganan batallas, pero la guerra no se termina.
En la distancia, hemos intentado seguir la enfermedad de este chico. No ha sido fácil. No nos querían contar mucho. Hoy tampoco. Me han dado la noticia de su muerte, con pena por él por supuesto, pero con mayor pena por tenérmela que contar a mi. No pasa nada, mensajero, de verdad....No se nos olvida ni un solo minuto del día que la cuerda que nos sujeta se puede romper en cualquier momento. Lo que no podemos es evitar que esto nos apene.
Hoy hemos pensado mucho en él, en su mujer y en sus hijas. Le hemos ofrecido una Misa que era ya lo único que podíamos hacer por él.
En este caso, si se han cumplido las estadísticas, lo malo es que a ese número si soy capaz de ponerle cara y nombre.
No sé si seré capaz de decírselo personalmente si algún día me encuentro a su mujer de frente. No creo que pudiera decirle nada. ¿qué consuelo le puedo dar si mi marido está conmigo y el suyo no? Desde aquí, aunque nunca lo leerá, me gustaría enviarle todas las fuerzas que necesite, que van a ser muchas.

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