lunes, 2 de marzo de 2009

ANGELES

Cuando os sintáis las personas más desgraciadas del mundo, pinchar aquí y dedicarle unos minutos a escuchar el testimonio de esta mujer.
Son cuatro viedos en los que nos cuenta, como quedó paralítica, el sufrimiento de tener una hija casi al borde de la muerte, y como se quedó viuda.
Cuando la escuchas, piensas, como con todo lo que ha pasado, todavía puede mantener la sonrisa y las ganas de vivir.
Ella lo tiene muy claro. Cuenta como ha pasado, gracias a la cruz y al dolor, de ser una creyente más, de saber que Dios existía, a sentir que "Dios está en su casa" y que la ayuda día a día a través de ángeles que le envía y que la acompaña en este difícil caminar.
Yo sé muy bien de qué habla cuando nombra a "esos ángeles que Dios le envía ". Esos ángeles no tienen alas, ni van vestidos de blanco volando por el cielo. Son ángeles con manos para ayudarte, con hombros que prestarte para llorar, con bocas para alentarte, con grandes oidos para escucharte, con largos brazos para abrazarte, y con un corazón enorme para quererte.
A Dios no le podemos ver físicamente. No puede sentarse con nosotros a tomarse un café. Pero se sirve de tanta y tanta gente buena que de repente aparece en tu vida sin que sepas como, y se convierte en un fuerte bastón en el que apoyarte, o de aquella que siempre ha estado ahí pero nunca la has valorado lo suficiente.
Y nos pone a las personas adecuadas en el momento adecuado que nos dirijan como lo haría Él.
También hace al contrario. Todos aquellos ángeles negros que no nos convienen los aleja de nosotros. Por eso, no merece la pena pasar mucho tiempo pensando en tal o cual, lo mal que se ha portado con nosotros. Simplemente hay que pensar que no nos convendrían, y que lo mejor es aplicar esa frase de "de quien no tengas nada bueno que decir, es mejor no decir nada".

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