miércoles, 25 de marzo de 2009

NERUDA

Hay muchos hábitos en nuestra vida que cambian con la edad. Por ejemplo, la necesidad de dormir. De repente notas que no necesitas diez horas de sueño para estar perfecto. O que levantarte a las 12 de la mañana te parece una pérdida de tiempo. Quiere decir que te estás haciendo mayor.

O los hábitos de comida. Cuando pasas una mala noche porque has comido un poquito más de la cuenta, quiere decir que te estás haciendo mayor.

Cuando después de más de dos copas, tienes un dolor de cabeza terrible la mañana siguiente, quiere decir que te estás haciendo mayor.

Un rato de la sobremesa de la cena, son las pastillas que toma cada uno, o las dolencias que tiene cada uno.....nos hacemos mayores.

Nos da una pereza tremenda cuando vemos a nuestros hijos salir a la calle a eso de las 12 de la noche, ý nosotros nos quedamos tan ricamente con el pijama puesto tumbaditos en el sofá, pensando que ya no tenemos edad para esas locuras.

Los gustos también cambian. Se nota en los colores de la ropa, en la altura de los tacones de los zapatos, en los largos de las faldas. Esto no sé si lo cambian los años, o es a causa de los años que decides cambiarlo.

Una de las cosas por las que noto que me voy haciendo mayor, es porque cada vez me gustan más los días nublados. Nací y me crié en Andalucía, tierra de sol por excelencia. Me deprimían los días nublados. Ahora, no sé si me gustan porque estoy deprimida, o porque me parecen más adecuados para el recogimiento.

Mis gustos literarios van cambiando. He pasado de leerme todas las novelas románticas que caían en mis manos, de los best-sellers tipo Premio Planeta, a autores menos frívolos, y a historias más reales, donde no siempre viene el príncipe azul a rescatar a la princesa.

También he descubierto la poesía. Más vale tarde que nunca. Ni siquiera en mi época de adolescente terminé de leerme el célebre libro de Becquer. Ahora me gusta, empiezo a entenderla.

Aquí de vez en cuando os dejo alguna poesía. Hoy os dejo una de Neruda que es una maravilla. Merece la pena escuchar la narración tranquilamente:





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