miércoles, 25 de noviembre de 2009

CAMBIO LA POLITICA POR SU FAMILIA

Lo he leido en el blog eligelavida (lo tenéis entre mis blogs favoritos). Me ha parecido tan dulce....

Hace un par de años empecé a notar algunos síntomas físicos peculiares, pero familiares, como el olor de los cigarrillos, que me hacía sentir más asco que de costumbre. Entonces empecé a sospechar algo.

No había forma de que yo pudiera comprar una prueba de embarazo en Alaska. Yo era la Gobernadora del estado. Las cajeras del supermercado me conocerían, la gente en la cola también, y lo siguiente que vería sería un titular en la prensa. Mi oportunidad llegó cuando volé a Nueva Orleans para hablar en una conferencia sobre petróleo y gas. Le pedí a mi guardaespaldas que me dejara en una farmacia. De vuelta al hotel, seguí las instrucciones de la prueba de embarazo, hasta que, poco a poco, una imagen de color rosa apareció.

Todd y yo siempre habíamos soñado con una gran familia y, sobre todo, con tener otro hijo. Temí las críticas, porque ese no era el momento ideal.

Se lo dije a Todd. Estaba extasiado. Para él, ha sido siempre: cuanto más, mejor.

Guardamos la noticia para nosotros. Acudí a mi ginecóloga. Me explico que a mi edad tenía más posibilidades de tener un niño con malformaciones o defectos genéticos. Me hizo una ecografía y me dijo: "El cuello del bebé es un poco más grueso de lo que debería…"

Mi primer pensamiento fue, "¿sólo estoy de doce semanas y ya se puede medir el cuello del bebé? ¡Increíble!" Luego recordé que en alguna parte había oído que eso era un signo del Síndrome de Down. El temor surgió en mi corazón, pero pensé: "Dios nunca me daría nada que yo no pudiera llevar. Y yo no creo que pueda llevar eso. A menos que Él me conozca mejor que yo misma, Dios no me daría un niño con necesidades especiales".

Me hice la amniocentesis porque tenía que saber. El resultado fue claro: estaba esperando un niño con Síndrome de Down.

Me sorprendió más allá de las palabras. ¿Cómo podía Dios hacer esto? Obviamente, él sabía que Heather, mi hermana, tenía un niño con necesidades especiales. ¿No es ese suficiente desafío para una familia?

"Tal vez la prueba está mal", pensé. "Quizá es un error. Dios... ¿estás escuchando?"

A los pocos días, Todd regresó de un viaje. Se dejó caer en la cama, aún con el abrigo puesto. Le entregué las imágenes del ultrasonido. "Es un niño", le dije entre lágrimas. El me miró: "¿Lo ves, Sara? ¡Dios sabe lo que está haciendo! Esto es genial".

Me senté en la cama. No sabía cómo decirlo de otra manera que no fuera directamente. "El bebé tiene Síndrome de Down". Todd no habló. Le recuerdo recostado sobre la cama, mirando las imágenes de la ecografía una y otra vez, en silencio, como buscando respuestas. "¿Están seguros?" "Sí, hay un cromosoma adicional". Puso las fotos a un lado y me dijo: "Estoy contento, y estoy triste a la vez". Yo sentía lo mismo. Todd me dijo: "Todo va a ir bien".

A partir de ese momento, Todd no volvió a preocuparse por ello. Pensaba en voz alta, preguntándose qué regalos nos traería el bebé. Empezó a hacer un montón de preguntas a otros padres con niños con necesidades especiales. Desde el principio, mi marido fue mucho más optimista que yo. Su actitud fue algo así como: "Bueno, está bien... ¡allá vamos!"

Antes de que nos diéramos cuenta, yo ya estaba de siete meses. Poco después decidimos hacer público el embarazo. Al mes siguiente me puse de parto. Pensé que era demasiado pronto y le pedí a Dios en silencio, que todo fuera bien. "Por favor, que no le pase nada al bebé". Se me ocurrió pensar: "Estoy tan enamorada de este niño, por favor, Dios protéjelo". Después de todos mis temores y dudas me había enamorado de este precioso niño. Lo peor que me podía pasar era perderlo. Pero Dios sabía lo que estaba haciendo.

Cuando la enfermera lo puso en mis brazos, me sentí abrumada de amor y admiración. Sabía que Dios había respondido a mi oración por completo.

Me alegré de que Dios lo trajera a nosotros pronto. Estábamos tan ansiosos de conocerlo. Cuando lo vi, mi corazón se inundó de una alegría indescriptible. Cuando hoy en día miro a mi precioso hijo, sé lo que significa su sonrisa.

Esta es una traducción libre de un resumen de un extracto de las memorias de Sarah Palin © Sarah Palin 2009 Extracted from Going Rogue: An American Life, by Sarah Palin, to be published by HarperCollins on December 10.

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