jueves, 21 de enero de 2010

MASCOTAS

Siempre me han dado horror los perros. Tanto, tanto que si veía uno por la calle cruzaba a la acera de enfrente. Y tanto, tanto que cuando mis hijos eran pequeños y los llevaba de la mano, los ponía delante de mi si se acercaba un perro. ¡¡¡ Menuda madraza estoy hecha !!!

Y como en casi todas las familias que conozco, en la mía había una campaña casi permanente para que compráramos uno. Que si me lo regalas para mi cumple, que si se lo pido a los Reyes, que si fíjate fulanito tiene uno y mira que bonito es, que papá lo quiere para que lo acompañe cuando va a andar...y yo siempre, no y no y no.

Primero con la excusa que en un piso no se puede tener un perro. Pero nos vinimos al campo, y había que buscarse otra.

Y como no se me ocurría ninguna convincente, utilicé el tópico, "si viene un perro a casa, yo me voy". La perra llegó y yo no me moví. Aquí estamos las dos....... si es que calladita estoy tan mona !!!!!

Llegó una tarde de verano. Una cachorrita preciosa que parecía un peluche. Tan pequeñito que María la metía en la cuna de las muñecas. Todos se peleaban por tenerla en brazos. Todos menos yo. Patético ¿verdad?. Pero ya digo yo, el miedo es libre y todos le tenemos miedo a algo.

Ya lleva con nosotros un año y medio, y no quiere decir que le haya perdido el miedo a la raza canina.

Me he acostumbrado a nuestra perra, pero solo a esta, porque hemos llegado a un entendimiento y nos guardamos las distancias.

Tuvimos un "encuentro" que no os voy a relatar aquí porque os estaríais partiendo de risa durante un buen rato a mi costa, cuando apenas llevaba con nosotros quince días y no levantaba más de treinta centímetros del suelo. Creo que ha sido la primera y última vez que la he oído ladrar. Debió de pensar que qué era eso que estaba haciendo tan malo que causaba un efecto tan horrible en esa humana que estaba subida en el sofá con cara de terror. Ahí debió decidir que nunca más labraría y dejó ese arma tan poderosa solo para ocasiones especiales como es que le abramos la puerta cuando se ha quedado en el jardín.

Ella sabe que yo no la acaricio y que me tiene que saludar desde lejos. También sabe que le voy a dar alguna de las chuches que tanto le gustan, y que le digo alguna cosa cariñosa de vez en cuando. Se tumba a mi lado y cuando me ve desenchufar el ordenador, sube las escaleras buscando su sitio de dormir.

El caso, es que después de casi el año y medio que lleva con nosotros, no voy a negar que le tengo cariño. Que ahora puedo entender muchas cosas que hacemos los humanos por los animales, que antes las veía como solemnes tonterías. Y es que es verdad ese refrán de "no digas nunca de este agua no he de beber".

Y es que hoy he hecho algo que nunca imaginaba que íba a hacer. Compadecerme de un perrito que sus dueños por circunstancias no pueden seguir manteniendo y que si no encuentran nadie que lo adopten lo tendrán que llevar a una casa de acogida.

Por un momento, y mirando la foto del perrito, me daban ganas de quedármelo. He enviado mensajes, lo he puesto en facebook,.....Nunca pensé que íba a invertir un minuto de mi vida en hacer algo así. Menos mal que solo me ha durado un momento, y me ha vuelto la cordura, porque he pensado que como me dedique a adoptar a todos los perros que vayan regalando por ahí, voy a convertir la casa en "perros sin fronteras".

Y ya somos suficientes miembros en la familia, como para que siga aumentando. Intentaré que no entre ni un gusano de seda, pero como veis ya digo, intentaré, no se me volverá a ocurrir volver a decir "o el o yo", nunca se sabe cual va a ser la respuesta de los demás......




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