domingo, 31 de enero de 2010

NUESTROS JOVENES

Cada día que pasa y que me entero de las cosas que pasan con nuestros jóvenes, siento que es verdad eso de las "diferencias generacionales".
Ya nos hemos llegado a acostumbrar al botellón. Que por cierto, puedo asumir que a los jóvenes les apetezca estar en la calle a nosecuantos grados en negativo de temperatura, y que además las chicas lo soporten estóicamente con esas minifaldas y camisetas con escote en pleno invierno. Puedo asumir que no sean escrupulosos, y que todos beban del mismo vaso, aunque no lo entienda mucho, porque el coste de un vaso de esos de plástico no es tanto como para que cada uno se comprara el suyo. Puedo intentar entender que tuneen los coches y que preparen el maletero de una forma tal, que ya les gustaría a muchas discotecas tener esos equipamientos musicales.
Abro la mente, y asumo esas cosas. No asumo que el sitio preferido para hacer el botellón sea la puerta del cementerio. Me parece una falta de respeto impresionante. Hay muchos sitios, muchos parques, jardines, descampados...., en fin que ya podían acampar en otro lugar.
Esto del botellón es simplemente un ejemplo de lo que ha elegido nuestra juventud a la hora de divertirse. Y resulta, que eso que nos ha parecido a los padres tan espantosos. Eso que los Ayuntamientos han perseguido, parece que no es de lo peorcito.
Lo peor, parece que se cocina entre paredes. En las discotecas, en las fiestas, donde la música bakalao (o como se escriba) triunfa.
Recuerdo cuando yo era adolescente, y mi madre me advertía que no tomara nunca nada que no hubiera visto preparar, que podían echar un polvo en la bebida que te atontaba. Yo pensaba que vaya tontería, que a quien se le íba a ocurrir semejante sandez.
Pues bien, hoy me he enterado que esas cosas pasan. Que realmente existen.
Parece que no es extraño que cuando una pareja se está dando el típico morreito, uno le pase al otro una pastilla, de éxtasis o similar, claro. No va a ser una aspirina.
También parece que eso de los polvitos en la bebida que atontan, que te duermen, y que a mi me parecía una "típica neurosis de madre", exite. Y que la finalidad de dormirte es robar lo que lleves. No sé como se las arreglan para echar los polvos, ni qué son.....,da igual.
Me han contado de chicos que con 0,9 de alcohol en sangre cogen el coche, y lo que es peor no van solos. Hay inconscientes que se montan con ellos. Claro que tendrán una tasa de alcoholemia similar..
Me he enterado de conocidos de conocidos que son habituales consumidores de cocaina. Esa droga que no deja un aspecto exterior como la heroina. Que los consumidores pueden ser personas de aspecto normal, hasta el día que aquello hace estallar la cabeza, y se desenmascara el problema.
Y no quiero enterarme de más cosas. Me da la impresión que vivo en una burbuja y que todo esto de lo que me entero parece más una película de ciencia ficción que la realidad del tiempo que me está tocando vivir.
Y todo esto es lo exterior. Luego viene la segunda parte, que estará unido a todo esto. Son jóvenes que a los veintipocos años han vivido ya mucho. Ya están de vuelta de casi todo, y cada vez tienen que ir probando cosas más fuertes. Hasta que su vida se les ha escapado de las manos. Lo malo es que se darán cuenta demasiado tarde.
Tampoco hay que generalizar. Por contra, hay chicos y chicas muy sanos en su forma de vida y en su forma de divertirse. Y aunque los tachen de anticuados, de retrógrados, que sepan que lo están haciendo muy bien, que en algún momento de su vida se alegrarán.
Esto ha ocurrido siempre. En mi época también. Cuando yo era adolescente, empezaban los porros. "Eso" que te decían tus amigos que probaras porque no pasaba nada, que te lo íbas a pasar mucho mejor, y que te hacía olvidar los problemas. Unos lo probaron, y de ahí, pasaron a otras cosas más fuertes. Algunos de esos, hace muchos años que murieron. No les podemos reprochar nada más que la inconsciencia de dejarse llevar por la moda, de no pensar en el daño que se estaban haciendo, de no saber decir un no a tiempo. La vida, desafortunadamente no da segundas oportunidades.
Esperemos que nuestro jóvenes se den cuenta de esto, y sean conscientes que divertirse es otra cosa diferente a pillar un colocón de alcohol, de drogas y de sexo cada vez que salen.

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