domingo, 28 de noviembre de 2010

UNA PRIMERA VEZ

Hoy entraba en la Iglesia. Aparentemente todo bien. Aunque sabía que no iba a ser fácil, iba tranquila.
Una mesa delante del Altar, tapada con un mantel negro. Es la mesa que espera la caja del difunto.
Todavía no ha llegado mucha gente. Hay silencio. Me arrodillo para intentar recogerme un poco antes de que la Misa empiece.
Desde un lateral miro la mesa que todavía está vacía.
Las campanas empiezan a doblar. Despacito, lento, con ese tintineo tan triste.
Me gustaría que todo eso que estoy viendo y oyendo no me trajera ningún recuerdo triste.
Pero la mente, que es muy libre empieza a funcionar. El pensamiento que corre mucho, rápidamente vuelve a unos meses atrás. A ese mismo entorno. A esa misma mesa. A esas mismas campanas, a esa misma música.
Y lo que parecía que estaba relativamente en calma, se despierta, y lo hace de una forma furiosa, tanto que impide volver al presente. Impide racionalizar el momento.
Las lágrimas quieren salir, y si no las dejas hacer lo que quieren, se inflan como si fueran globos. Van adquiriendo tal tamaño en el interior, que parece que la cabeza se llena de ellas, que la van a hacer estallar. El corazón no es capaz de controlar lo que pasa por la cabeza, y se tiene que poner a latir más rápido.
Salgo de allí. Las campanas siguen sonando. ¿cuándo terminará ese repicar tan triste?
El aire me devuelve a la realidad."No es fácil, pero no te puedes escapar. Esa no es la solución", parece decir.
Entro de nuevo.
Solo es una de tantas "primeras veces de algo" que hay que ir viviendo.

3 comentarios:

  1. Ánimo! Es necesario pasar por esto para hacerte más fuerte, con el tiempo entenderás. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Rosa..a veces pensaba que porque a tí?? y no hay respuestas....siempre estas en mi humilde corazón y rezo para que estos momentos pasen muy rápido en tu mente..y que no te detengas a pensar...

    ResponderEliminar
  3. Gracias Rocío. No hay que hacerse preguntas.Esto lo he aprendido. Algún día todo se entenderá, como dijo Patricia. Un abrazo

    ResponderEliminar