viernes, 4 de diciembre de 2009

SIN RELOJ

Tener una hija de siete años, me hace ver en algunas ocasiones qué diferente es la medida de los niños a la de los mayores en algunas cosas.
Por ejemplo en el tiempo. Diálogo de hoy en el coche entre María y yo:
- Qué hora es mamá?
- Las dos y veintidos
- No, dime la hora
- Es esa hora
- No, digo, eso de las dos y cuarto, o las dos y media
- Ah vale!! las dos y cuarto ¿por qué lo quieres saber?
- Pues para nada
En primer lugar, se mueven en intervalos de quince minutos. Lo que les han enseñado en el colegio. El resto, como si no existiera. Y lo que es lo más importante, no tienen ninguna necesidad de reloj. Les da igual el tiempo que sea. Ellos no necesitan el tiempo para nada. Ya le marcamos las horas los mayores. Les decimos cuándo les toca levantarse, irse al colegio, comer, dormir.
Ellos tienen una prisa diferente a nosotros. Tienen prisa cuando quieren que les compremos una chuche por ejemplo, la quieren ya. Pero no tienen prisa cuando vamos diez minutos tarde al colegio y les decimos "corre, corre, corre.....que es tarde".
No tienen prisa por acostarse cuando están viendo algo en la tele que les gusta, pero si tienen prisa cuando los tenemos que llevar a jugar con sus amigos.
Pueden vivir sin reloj. Que maravilla!!!. Durante el fin de semana se levantan cuando quieren (más temprano de lo que nos gustaría a los padres y más temprano que los días de colegio). Les da igual que falte poco para comer si tienen una bolsa de patatas en la mano.
Es una preciosidad ver todos los "defectillos" que tienen los niños. ¿son defectos o son maravillosas virtudes que luego perdemos cuando nos vamos convirtiendo en adultos???
Yo conocí a un adulto que no llevaba reloj. Solo a uno. Los demás somos esclavos de esa diabólica maquinita.

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