domingo, 2 de noviembre de 2008

TODO ESTA BIEN

Hoy es el día de los difuntos. En homenaje a ellos, os dejo esta reflexión. Está basada en un texto de San Agustín de este mismo nombre. Si pudieran, seguro que nuestros difuntos, nos dirían algo parecido a esto:



TODO ESTA BIEN
La muerte no es nada. Solo un horizonte.
Y un horizonte no es nada. Es solo el límite de nuestra visión.
La muerte no es una lámpara que se apaga,
Sino una luz que se difumina, porque ha llegado la aurora.
Yo solo me he escabullido a la sala vecina.
Yo soy yo, y tu eres tú.
Cualquier cosa que éramos el uno para el otro, aun lo somos.
Llámame por mi nombre familiar.
Háblame como me has hablado siempre
- no cambies tu tono -,
No crees un ambiente de solemnidad o tristeza.
Ríe como siempre hemos reído juntos.
Sonríe. Piensa en mí. Reza por mí.
Deja que mi nombre sea pronunciado,
Como la palabra normal que ha sido siempre,
Sin ningún rastro de sombra.
Que la vida siga como siempre ha sido.
Es la misma que siempre.
Hay una continuidad sin tacha.
¿Por qué debo estar fuera de tu mente por estar fuera de tu vista?
Estoy esperando por ti un rato, muy cerca, a la vuelta de la esquina.
Todo está bien, nada ha pasado, nada está perdido.
Un breve momento, y todo será como antes,
Pero será mejor, infinitamente feliz, y eterno.Todos seremos uno, juntos en Cristo

El dolor de la pérdida es inevitable. Hasta el mismo S.Agustín lo siente ante la muerte de un amigo. En su libro "Confesiones" lo expresa así:

"Sentí tanto su pérdida, que se llenó mi corazón de tinieblas, y en todo cuanto miraba, no veía otra cosa sino la muerte. Mi patria me servía de suplicio y la casa de mis padres me parecía la morada más infeliz e insufrible; todo cuanto había contado y comunicado con él, se me volvía en crudelísimo tormento, viéndome sin mi amigo. Por todas partes le buscaban mis ojos, y en ninguna le veían. Aborrecía todas las cosas, porque en ninguna de ellas le encontraba, ni podían ya decirme, como antes cuando vivía y estaba fuera de casa o ausente: espera, que ya vendrá. Estaba yo trocado en un confuso enigma sin entenderme a mí mismo y preguntaba a mi alma por qué estaba tan triste y por qué me afligía tanto; y no tenía qué responderme. Y si le decía: Espera en Dios, con razón me desobedecía, porque más verdadero ser tenía, y mucho mejor era aquel amadísimo hombre que había perdido, que aquel fantasma que yo entonces creía Dios, y en quien le mandaba que esperase. Sólo el llanto me era más dulce y gustoso, y el sucesor de mi amigo en causar las delicias de mi alma"

A nuestros seres queridos no les gusta vernos tristes, ni llorar por ellos. Cuando se quiere a alguien, intentas no hacerle sufrir. ¿Por qué si hicieron todo lo posible por nuestra felicidad cuando estaban con nosotros, ahora van a querer lo contrario?. No debemos olvidarlos. Eso nunca. Alguien no muere del todo mientras haya quien lo recuerde. Intentemos recordarlos con alegría, con la seguridad que velan por nosotros, y con la esperanza del reencuentro.

2 comentarios:

  1. Precioso de verdad me ha emocionado enhorabuena por tu blog es increible. Un beso, María

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  2. Gracias María, me encanta que me hagáis comentarios para que así no me sienta tan sola por el ciberespacio

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