domingo, 5 de septiembre de 2010

CARIÑO DE PADRES

Por algo que no viene al caso contar, hoy me he acordado de un libro que leí hace ya varios años.
Cuando te gusta la lectura, vas acumulando libros y libros, y en mi casa, hay estanterías donde ya están colocados en segunda fila. Una vez, incluso decidí hacer una especie de base de datos para poder encontrar el libro que buscaba sin tener que mover todos. Un consejo: no se os ocurra hacer algo parecido, os aseguro que no funciona, porque viene la chica de la limpieza, los cambia de sitio, o alguno de vuestros hijos busca algo que leer, y ya nada vuelve a estar en su lugar. Bueno, sirvió para que mi hijo mayor empezara a hacer sus pinitos con el ordenador. Supongo que se acordará de las horas que pasamos haciendo ese trabajo que resultó tan inútil.
De vez en cuando no hay más remedio que hacer una limpieza. Me cuesta, no os creáis. Doy más fácilmente un traje que un libro. Pero el espacio es limitado, así es que cuando ya no caben más, decido deshacerme de aquellos que menos me han gustado.
Y todo este rollo inicial, es para contaros que el libro en cuestión del que os hablo se llama "La agenda de los amigos muertos". Luego os hablaré de qué va. Primero os contaré que he comprado este libro tres veces. Si, no me he equivocado al escribirlo. Y es que cuando alguien me pregunta que si le presto un libro que sea bueno, pues siempre me acuerdo de este, sobre todo si tiene hijos en edad adolescente, y le recomiendo que lo lean los padres y los hijos, con tan mala suerte que nunca me los han devuelto.....pufffffff, eso me pone de los nervios. No me importa dejarlos, pero me da una rabia ir a buscarlos y que no estén.......así que compré el primero, y cada vez que uno de mis hijos llegaba a la adolescencia y quería que se lo leyeran me tocaba volverlo a comprar. De nuevo ha desaparecido, así que tendré que comprarlo por cuarta vez, ya supongo que en alguna página de libros descatalogados.
Bueno, que me voy por las ramas. A lo que iba. Este libro cuenta la historia real de una periodista cuya hija es drogadicta. Es muy interesante para los chicos porque la historia tiene el dramatismo que tienen las drogas en la vida real. Cuenta como del encanto y la satisfacción que da el primer porro, se pasa a una vida totalmente destrozada, a una vida en la que el único sentido es conseguir dinero a cualquier precio para poder quitar ese mono que los destruye.Y ese cualquier precio incluye llevarse por delante la familia.
En una conversación entre madre e hija durante una temporada en la que la hija está intentando la desintoxicación, la madre le dice "por qué no llamas a alguno de tus amigos y sales a dar una vuelta" y la hija le contesta "es que todos los teléfonos de mi agenda son de amigos que ya están muertos" . De ahí viene el nombre del libro.
A mí me impresionó la respuesta de la hija. Como es ese mundo, como es capaz de destruir y de matar a chavales que están en lo mejor de su vida.
Bueno, bueno, ...., que yo no quería alargarme tanto. En realidad, y lo que os quería contar hoy, es que este libro además de introducirnos en ese mundo tan dramático, es una lección de lo que es el amor de los padres hacia los hijos.
La autora, periodista muy conocida en aquellos años, cuenta como cuando ve a su hija en estado deplorable a causa del mono, es capaz de coger su coche a altas horas de la madrugada, ir hasta los suburbios madrileños a por el costo. Como evita que siga prostituyéndose su hija para conseguir dinero, pagándole ella la tan preciada mercancía, etc etc etc . No os doy más detalles por si alguien se anima a leerlo.
Algunos de los que leáis esto, os escandalizaréis porque el que esta madre haga esto, me parezca un ejemplo de amor. Pues sí, que queréis que os diga. No defiendo que sea lo que hay que hacer, ni mucho menos. Seguramente habría otras soluciones que podía haber buscado. No digo que no. Pero no lo hizo, y no seré yo quien la juzgue.
Querido lector, si eres padre o madre, estarás conmigo en que no hay nada, y repito, nada que pueda hacer tu hijo para que le digas "ahí te quedas".
Cuando sales del paritorio con el niño en brazos has firmado con ese bebé una hipoteca para toda la vida, pase lo que pase. Sus problemas serán tus problemas, siempre, tenga la edad que tenga. Da igual la magnitud del problema. Da igual si es el culpable o no. Haga lo que haga, siempre tendrá las puertas de tu casa abiertas.
Muchas veces pienso en los padres de etarras por ejemplo, o de cualquier otro asesino. Puede que no compartan lo que ha hecho su hijo. Puede que conozcan sus actos tan horribles, pero ahí estarán, y si tienen que ir a la cárcel a verlo, ahí que irán.
Desgraciadamente para nosotros, los padres, la inversa no funciona de la misma manera. Un hijo es capaz de darle portazo a sus padres a la primera de cambio. Y darle portazo no significa que no te acuerdes de llamarlos en su cumpleaños, o de ir a cenar con ellos en Navidad. No, no hace falta llegar a esos extremos.
Padres no se si seréis, pero hijos seguro que sí, así que cada uno de nosotros sabe perfectamente en qué momento de su vida le ha pegado un portazo a su padre o a su madre. ¿y que han hecho ellos? pues puede que indignarse al principio, pero esos humos bajan ràpido, en cuanto que ven al hijo meterse la mano en el bolsillo para sacar la llave que abre esa puerta.
En algún momento de nuestras vidas, todos los hijos tenemos algo de ese "hijo pródigo", y todos los padres somos ese "padre misericordioso" que cuenta la parábola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario