martes, 27 de octubre de 2009

MADRE MARIA FELIX TORRES II

En alguna ocasión os he hablado de la Madre María Felix (MADRE MARIA FELIX ) Bueno, muchos de vosotros la conocéis perfectamente porque os he pedido que recéis su oración, tenéis su estampa e incluso me ayudáis a difundirla.
La causa de beatificación supongo que seguirá su curso. No sé si se ha producido ya el milagro que la lleve a los altares o no.....para nosotros ya es una Santa.
Gracias a las oraciones de todos, paramos aquella quimioterapia que sabíamos que no serviría para nada y que daba una esperanza de vida de seis meses. Gracias a ella, hemos conseguido ponerle freno a la subidas de los psa. Gracias a ella, no ha pasado "casi" nada de eso que pone en los prospectos que es posible que pase.
En el boletín número 15, y con motivo del año sacerdotal, han publicado una carta suya a los sacerdotes.
Me parece preciosa, y quiero compartirla con vosotros.
Muy amado en Cristo:
Ya puede imaginarse cuán unida he estado espiritualmente a V. en el extraordinario y gran sacramento que acaba de recibir: ¡Sacerdote del Altísimo y para siempre!. Cada palabra es fuente de inefables consideraciones y no obstante nuestro pobre entendimiento humano no llega a medir en toda su alteza el gran misterio del Sumo Sacerdocio de Cristo en sus ministros. Pero sabemos que es un don inmenso de Dios a unos pocos escogidos, los cuáles quedan signados con su amor y con su grandeza con signo indeleble, que es lo mismo que decir signados con su cruz y con su gloria. Otros Cristos, sal de la tierra, luz sobre el celemín...
al que es joven en años , el sacerdocio lo quiere y lo llama presbítero por su madurez espiritual; al que es virgen llamamos padre, porque engendra almas para el cielo, las sostiene y las dirige; al que es casi imberbe, respetamos y veneramos porque es CRISTO en la tierra. Ni el sacerdote puede defreaudar a Cristo, ni los simples fieles podemos ignorar a Cristo en el sacerdote. Que en V., como en su ministerio, se halle siempre a Cristo. Tenemos necesidad de Cristo en nuestra sociedad; de Cristo vivo en sus cristianos. Eso y sólo eso pedimos a los sacerdotes: lo pedimos en los claustros, en la cátedras, en la fábrica, en el campo, en la calle. Y sin Cristo perecemos.
Encomiéndeme mucho en su Misa y encomiende a la Compañía
María Felix, CS

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