lunes, 6 de octubre de 2008

LOS ANIVERSARIOS

Hay aniversarios alegres (cumpleaños, de boda), y los hay tristes ( de una muerte). Para nosotros, el día de hoy 5 de octubre es una aniversario difícil de encuadrar en una de estas dos categorías.
El 5 de octubre de 2005, recibimos la noticia más dolorosa que hasta ahora nos han dado.
Y digo que es difícil de calificar, porque por una parte, diría que cada cinco de octubre debemos estar felices y celebrarlo. Si, felices, porque hace tres años, nos viticinaron que no pasaríamos mucho tiempo más juntos. Por tanto cada día que pasa debe ser para nosotros como un regalo especial.
Pero por otra parte, cada día de esos que pasan, no nos podemos olvidar que el cáncer está entre nosotros. Que aquel día, el médico, mirándome a mi porque no se atrevía a mirar a Carlos a los ojos pronunció la palabra "incurable". Cada cinco de octubre se vuelve a abrir la herida que en realidad nunca ha estado cicatrizada.
“ Es posible vivir sin memoria pero es imposible vivir sin olvido” preciosa frase de Dubuffet.
No tengo ni idea de quien es el tal Dubuffet (debo ser una completa ignorante). Leo la frase en el libro "Un hombre de palabra". Me hace pensar. Es tan cierto. El ser humano tiene la asombrosa capacidad de olvidar rápidamente, y sobre todo de olvidar lo malo. Si todas las emociones se vivieran con la intensidad de los primeros momentos, nos volveríamos locos. Y esto vale, tanto para las emociones buenas como para las malas. Las euforias prolongadas tampoco las podríamos resistir.. Eso lo supongo, porque no he estado nunca en ese estado de euforia prolongada, aunque tengo una teoría que no sé muy bien si es totalmente mia o la he leido en alguna parte. No obstante, la hago mia. Y es que la euforia plena, la felicidad total no puede durar mucho tiempo. Enseguida nos acostumbramos a ella, y ya estamos deseando más. Es como cuando te vas comprando coches, los vas queriendo más grandes, más potentes, pues igual pasa con ser feliz. Ahora lo eres con algo que te ha pasado, pero ese algo ya no te vuelve a hacer feliz mañana porque se habrá convertido en una costumbre.

La pena es otra cosa completamente distinta. En el primer momento cuando algo duele, te parte el alma, el corazón, te nubla la mente, te desconcierta completamente como ser humano. Afortunadamente, esas consecuencias de la tristeza y de la pena se van aminorando con el tiempo. El olvido? No sé si se olvida o no, ¿la costumbre? Pues tampoco sé si nuestra vida se va acomodando a la circunstancia en particular.

En los tres años que llevamos de enfermedad, hemos pasado por momentos especialmente duros. El peor sin lugar a dudas el día del diagnóstico. En esos momentos, efectivamente, dejas de pensar, las ideas no fluyen, la pena domina todo, y el dolor es tan grande que lo paraliza todo. Supongo que en mayor o menor medida todas las personas pasan por momentos de este tipo. Sin embargo, el día siguiente empiezas a ver las cosas con un poco más de claridad, al siguiente con algo más de serenidad, y así se va pasando el tiempo, y olvidamos? pues no estoy segura de olvidar, pero si nos acostumbramos a convivir con el problema. El problema se va ajustando a ti, o tu al él, pero al final se produce una especie de simbiosis que permite a todos seguir adelante. Y digo a todos, porque efectivamente, el problema también sigue su avance. En este caso el problema es una enfermedad que está ahí, manifestada en células que lo máximo que podemos aspirar es a que estén dormidas, pero que en cualquier momento pueden salir de su letargo. En mi casa, todos somos capaces de pronunciar la palabra cáncer con una cierta naturalidad.
Como he dicho antes, el estado de ansiedad de los primeros días pasa y de vez en cuando, para que no se nos olvide volvemos a tener días horribles, bien porque haya habido una mala noticia después de una prueba médica, o porque la cabeza que va a su aire y no deja de dar vueltas, al final puede a la razón, y se produce la desesperanza.
Es tan fácil los días que anímicamente se está bien, pensar en vivir el momento actual, en no mirar más allá, en vivir el corto plazo….. pero todo eso se vuelve negro cuando las neuronas dicen que no, que no hay razones objetivas para pensar que eso va a ser así, que las cosas van a salir bien. Es como si esas células malignas de vez en cuando quieren hacer su aparición, y como el cuerpo no es transparente, logran que la expresión de tu cara cambie, porque sientes que algo se está muriendo en ti. En nosotros esas células, además de invadir el cuerpo de Carlos, han cambiado nuestro nuestro carácter, han resquebrajado nuestra alegría, y se han apoderado de nuestra sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario