viernes, 17 de octubre de 2008

BUENOS MEDICOS BUENOS

Este año, mi sobrina mayor, de la que estamos todos muy orgullosos, ha terminado la carrera de medicina. Y hemos tenido oportunidad de acompañarla a dos actos de graduación, uno en el Hospital de la Concepción y otro en la Universidad Autónoma.
En los dos actos hemos escuchado varias clases magistrales, y charlas de diferentes personalidades del mundo de la medicina dirigidas a los alumnos.
Hay una frase que repitieron en los dos actos, y que la decía Gregorio Marañón a sus alumnos como resumen de los seis años de estudios. "No basta con ser buenos médicos, lo más importante es ser médicos buenos".
Creo que a nadie se le escapa, que la profesión de médico exige mucha, muchísima vocación. En primer lugar, estudian seis años, se licencian, pero tienen que seguir estudiando el examen de MIR. Lo aprueban, comienzan a trabajar, y para ganar un salario un poco digno, tienen que hacer todas las guardias que su cuerpo aguante.
Una persona estudiosa, constante, responsable, puede llegar a ser un buen médico. Se aprende el Vademecum y ya está preparado para diagnosticar y recetar.
Pero hay cosas que no están en los libros de medicina, y que solo se pueden aprender intentando ser un médico bueno, que al fin y al cabo , no es otra cosa que una persona buena, que valora y entiende que su instrumento de trabajo es una persona formada por cuerpo y alma. Que entiende que tiene que dar remedio a las dos partes que componen el ser humano.
Tenemos experiencia en este campo. Una personal mia, en la que un buen médico en su especialidad, famoso, internacional, del que no diré el nombre, que me curó, pero me hizo sentir en muchos momentos como una analfabeta, y como un ratón de laboratorio, pues no hizo otra cosa que experimentar en mi. No tuve nombre ni apellido para él. Solo un cuerpo que operar y un talón bancario.
Sin embargo, ahora estamos tratando con médicos que son grandes médicos en su especialidad y que al mismo tiempo son grandes personas. Tratamos con "buenos médicos buenos". Conscientes que cuando atraviesas la puerta de su consulta, vas asustado, con un sobre en la mano, que puede ser tu sentencia de muerte, y que además a ellos les toca leértela. Y has puesto en sus manos, lo más valioso que tienes, tu vida, con una confianza ciega en ellos. Aun sabiendo que no son perfectos, que son humanos, y que por tanto como todos, pueden tener días mejores y peores. A veces nos preguntan "qué hacemos?", y nuestra respuesta es siempre la misma "lo que tu nos digas". Transmiten un cariño que no podrá curar el cuerpo, pero si ayuda al alma. Y esto no solo con los médicos, también es aplicable al personal de enfermería, y a todos los ayudantes que tienen.


Probablemente ellos nunca leerán esto, y no sé si alguna vez se lo diremos, pero quiero que sea nuestro homenaje particular a estas personas.


Solo me queda decirle a Raquel, y a María (a la que le falta poco para terminar), que seguramente si lo leerán, que rezo por ellas, para que sean "buenas médicos buenas", y que alguien en un futuro les pueda escribir algo parecido a la poesía que una paciente le escribió a su madre. En esto también tienen el ejemplo de sus padres.

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