jueves, 9 de octubre de 2008

YA NO QUIERO SER YUPPIE

Tengo un amigo que ha escrito ya su epitafio. Yo no llego a tanto. Pero si tuviera que elegirlo, me gustaría algo parecido a esto:
"Al final del camino , me preguntarán "¿Has vivido?" "¿Has amado" Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres"
Esta cita es de Pedro Casaldáliga. Por lo que he podido indagar, es un religioso, poeta, y escritor español afincado en Brasil, y vinculado a la teoría de la liberación, de la que no se nada (cuando me pongo a investigar un poquito en cualquier tema que no sea de números, me doy cuenta de lo ignorante que soy).
Bueno, no os quería hablar de Pedro Casaldáliga, ni de mis limitaciones. Quería comentar el significado de esta cita para mi.
Cuando me quedé embarazada de María, y fui a decírselo al que en ese momento era mi jefe (con un poco de miedo, como acostumbramos las mujeres dar estas noticias en nuestros trabajos), me dijo algo que nunca olvidaré. "Me alegro mucho, al final de tu vida, nadie te recordará por trabajar en esta empresa, pero si tendrás tu familia y tus hijos".
Cuando somos jóvenes, terminamos la universidad y salimos al mercado laboral, nos queremos comer el mundo. Queremos demostrar de lo mucho que somos capaces. No nos importa trabajar las horas que sean para poder subir puestos en el organigrama. No nos importa sacrificar el tiempo de nuestra familia para dárselo a la empresa. "Todo por la empresa": Este podría ser el slogan que parece que nos graban con fuego en nuestra mente durante los años de carrera. Queremos "realizarnos". Esa palabra que suena tan yuppie.
A mi además me tocó una época en la que no se discutía que las mujeres teníamos que trabajar porque se consideraba un fracaso ser amas de casa. Después de veinte años de vida laboral, no estoy tan segura que la generación de nuestras madres no fuera más felices que nosotras. ¡ Era tan reconfortante llegar del cole, y que mamá te preparara el bocadillo de la merienda ! Ellas nunca tendrán que preguntarse si sus hijos las han echado de menos en algún momento, porque siempre estaban ahí. La primera vez que yo me pregunté esto, fue cuando mi hija dijo su primera palabra, que fue el nombre de la chica que la cuidaba.
Con el paso de los años, te vas dando cuenta que la verdadera realización es otra. Y aquí vuelvo a enlazar con la cita inicial. ¿creéis que en la homilía de mi funeral se hablará de los balances que he cuadrado? ¿o de las auditorías que he pasado con éxito? ¿o de lo bien que hice la reducción de gastos en épocas de crisis?. Pues no, porque eso lo podrá hacer cualquier otro profesional que contraten para mi puesto. Igual, o mejor que yo. Y lo contratarán al día siguiente.
Pero hay una faceta de nuestra vida en la que nadie nos puede sustituir. Nadie podrá ocupar nuestro lugar en la familia. Ni con nuestros amigos. Para rellenar ese hueco, no se puede llamar a un head-hunter.
Mi concepto de realización ahora es otro. Ya no quiero cargos en tarjetas de visita. Me dan igual. Quiero querer y conseguir que me quieran. Quiero darle achuchones a mi hija ahora que es pequeña porque cuando sea adolescente ya no querrá que se los dé. Quiero estar disponible para ayudar a mis hijos en lo que me necesiten. Quiero tener tiempo para tomarme un vino (bueno yo una cocacola) con mi marido charlando tranquilamente. Quiero disfrutar de las cosas que me gustan y de la gente que quiero. Aunque para ello tenga que dejar de ser yuppie.

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