sábado, 21 de agosto de 2010

CUERPO Y ALMA

"¿para qué te vas a quedar toda la noche aquí? aquí ya solo hay un cuerpo. Vete a casa y descansa"
La noche que el cuerpo de Carlos estaba en el tanatorio escuché mucho esta frase. Como suelo ser bastante respetuosa con lo que cada uno piense, no suelo entrar mucho al trapo, pues me callaba y ya está. Pero en mi interior pensaba, que de acuerdo, que ahí solamente estaba un cuerpo, pero ese cuerpo era el de mi marido. Y yo a él lo había querido con su cuerpo y con su alma.
Cuando se lo comenté a un amigo sacerdote que estaba allí, me dijo "tienes toda la razón, y de los Santos las reliquias que veneramos son de su cuerpo".
Somos lo que somos. Cuerpo y alma. Cada una de estas partes es importante, y a las dos hay que cuidarlas. Cuando morimos, el alma es lo primero que nos abandona. Se marcha. Pero el cuerpo se queda. La despedida la hacemos del cuerpo. En definitiva es lo que podemos mirar, tocar...... es el signo visible de la persona que fue.
En el fondo nos pasamos la vida dando culto al cuerpo. Desde que nacemos y nuestras madres nos ponen los primeros trajecitos y ya estamos allí para deleite de los que vengan a vernos, y orgullo de nuestros padres. Así ocurre hasta el final. Vestimos a nuestros difuntos con lo mejor que podemos, ahora incluso los maquillan. Es un cuerpo al que queremos tratar bien hasta el final. Es el cuerpo que tantas veces hemos abrazado.
Probablemente sea la ley la que dice las horas que tiene que estar ese cuerpo antes de ser enterrado. Pero el que hizo esa ley fue muy listo. Esas horas sirven para que hagas tu particular despedida. Esas horas sirven para que mires y mires a la persona y te convenzas con su quietud que su vida ha terminado para siempre.
Esa despedida termina con el entierro. Es como el acto que pone el punto y aparte. Es como si se pasara página, y vuelve otra vez la vida a su rutina. Una rutina diferente a la de los días previos.
Por lo que este acto significa siempre me ha asustado, y ahora he necesitado evitarlo.
Particularmente no me gustan las cremaciones. Empieza por no gustarme la expresión de "lo van a quemar"....me recuerda a los campos de exterminio. No me gusta el humo que sale de esa chimenea, ni la cortina que se corre, ni recoger la vasija con tu ser querido. Menos aún me gusta lo de esparcir las cenizas. Pobre abuela tirada por el campo, o por la playa !!!!. Quizá sea más moderno, menos tétrico...., no lo sé. Es cuestión de cultura, de gustos, de costumbres. Respeto a los que lo escojen. Somos polvo, y la madre naturaleza hará su trabajo, ¿para qué anticiparlo?
Nunca me han gustado los cementerios, diré mejor que me han espantado los cementerios.
Hoy he saldado una deuda que tenía conmigo misma. Hoy el silencio del cementerio no me ha parecido tan ensordecedor.
No ha sido fácil, pero me ha hecho sentirme bien.

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